Editorial

Ciberseguridad: una ley y un foro

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La Ley Marco de Ciberseguridad, promulgada la semana pasada, es evidentemente un bienvenido avance en una materia en donde era necesario, incluso urgente, sentar las bases de un marco regulatorio. Éste seguramente seguirá evolucionando y perfeccionándose en función de los desafíos de un entorno tecnológico siempre cambiante -y de sus implicancias a nivel económico, social, judicial y político-, pero se trata de un buen punto de partida.

La experiencia de años recientes justifica plenamente que la ciberseguridad se convierta en una preocupación pública y privada de primer orden.

En particular la nueva Agencia Nacional de Ciberseguridad -que fijará normas técnicas, fiscalizará y sancionará con multas-, con su foco en los llamados “servicios esenciales” y sus prestadores, parece un desarrollo acorde con los tiempos. La comprobada vulnerabilidad digital (además de física) de parte importante de la infraestructura crítica en áreas como servicios básicos (luz, agua, transporte), telecomunicaciones, banca y otras, demanda un actualizado marco de protecciones.

Al mismo tiempo, la experiencia de años recientes en cuanto a ciberataques a entidades privadas (como servicios financieros y comunicaciones) y estatales (como el Estado Mayor Conjunto de las FFAA y el Poder Judicial), así como la multiplicación de casos de millonarios fraudes y estafas digitales a personas y organizaciones, justifican plenamente que la ciberseguridad se convierta en una preocupación de política pública de primer orden, con su respectivo marco legal.

Como en otros ámbitos, la política pública -sobre todo una en constante desafío de actualización debido al cambio tecnológico- requerirá del aporte de la sociedad civil, desde distintos sectores y en representación de variados intereses. Al respecto, el Foro Nacional de Ciberseguridad -inaugurado este lunes, según consignó DF- se perfila como una iniciativa prometedora. Más aun cuando será un espacio permanente de diálogo entre la empresa, la academia, el mundo profesional y otros sectores, entendiendo que la naturaleza de un problema como la ciberseguridad no admite enfoques transitorios o parciales.

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